El turismo como motor de desarrollo de
sectores vulnerables
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La difícil pero no
imposible tarea de lograr un desarrollo turístico a pequeña escala por parte de
actores relegados de la sociedad civil en el norte argentino,
independientemente de las aplastantes políticas del Estado y de las clases
dominantes.
Actualmente,
en Argentina existen grandes grupos de población en situaciones de pobreza y
marginación social. Esta situación se ve agudizada en el norte del país, donde
hay una gran brecha de desigualdad de ingresos, que se evidencia en la
existencia de un sector muy reducido de la población que concentra mucha
riqueza y de un amplio sector con fuerte desocupación. En muchos casos, estos
grupos relegados viven en territorios que poseen un patrimonio natural y
cultural muy valioso o de características únicas, capaces de atraer visitantes.
El
turismo es considerado como una actividad de gran efecto multiplicador en
cuestiones económicas, por lo que es visto como una importante estrategia de
desarrollo económico con impactos sociales sobre las comunidades.
Hoy
en día, existe una tendencia a practicar actividades turísticas no
tradicionales, en las que se pasa de ser un turista pasivo a un viajero activo
en contacto y cuidado del medio ambiente
y de la diversidad cultural, conociendo nuevas prácticas, relatos, lugares,
comidas típicas, entre otras.
Facundo
Ibarlucía, Coordinador de Información y Gestión del Conocimiento en la
Fundación Red Comunidades Rurales, expresó lo que se vive en el norte:
"Cientos de habitantes rurales migran por falta de acceso a servicios
básicos y oportunidades de empleo, es decir, no por una elección de vida sino
más bien por una acción desesperada. Por otro lado, millones de personas
recorren diferentes rincones de la Argentina y quieren vivir nuevas
experiencias. Ayudar a difundir este tipo de iniciativas es una excelente
manera de fortalecer el desarrollo local y las economías regionales
revalorizando nuestra identidad y cultura local".[1]
Experiencias de desarrollo
rural en Argentina
A
lo largo de los años, se han vivido distintas experiencias de desarrollo
turístico en el ámbito rural de
Argentina. Comúnmente, se han implementado distintas políticas públicas
dirigidas a favor de sectores segregados: campesinos, pequeños productores,
trabajadores rurales, entre otros. Sin embargo, el desarrollo ha tenido y tiene
aspectos tanto positivos como negativos. Entre los aspectos negativos se puede
decir que el desarrollo va de la mano con la dominación y el control de los
territorios. Las políticas y acciones que se establecen desde las instituciones
en nombre del desarrollo son mecanismos de conservación del statu quo, lo que
garantiza la reproducción social y la acumulación del capital. Esto se debe a
la disfuncionalidad del capitalismo global. Este modelo hegemónico impuesto por
los países desarrollados y organismos multilaterales que está basado en el
crecimiento económico y en la industria extractiva, ofrece un discurso
renovador con aparentes oportunidades de cambio pero en realidad amplía las
brechas de desigualdad social y las asimetrías de desarrollo entre países,
además de atentar contra el medio ambiente. La cooperación internacional para
el desarrollo se ha convertido en un instrumento de dominación y consolidación
del sistema, regulando las relaciones para el logro de sus objetivos. No busca
implementar acciones transformadoras, sino mitigadoras o de carácter
humanitario.
Es
muy difícil manejar lo que sucede en el ámbito local cuando el mundo es
comandado desde lo global. Los sectores locales hegemónicos detentan el poder
político y se benefician amparados por el Estado en detrimento de los sectores
más vulnerables. “El Estado, que aparenta encarnar los propósitos más
universales, morales y sociales, no tiene más que un carácter parcial y los
intereses que dice representar están al servicio de sectores con apetencias
individuales y económicas” (De la Vega, Julio César, 1987, p. 317).[2]
Uno
de los problemas más recurrentes es la falta de participación de los actores
rurales en los programas de desarrollo. Irónicamente la participación es
postulada como la solución a los problemas de esos sectores, pero a través de
mecanismos de ocultamiento se les niega la intervención en las cuestiones más
importantes. Manzanal y Villarreal (2010) sostienen que estos mecanismos son
estrategias del grupo dominante para conformar bloques de acciones y propuestas
que no se explicitan, ya que si lo hicieran, las acciones para consolidar el
poder y la dominación carecerían de aprobación.[3]
En
cuanto al lado positivo del desarrollo, se puede decir que en la actualidad se observan
casos que han puesto en marcha propuestas para un desarrollo alternativo, no capitalista, con
una reivindicación del territorio y un fortalecimiento democrático en el
control de los recursos y del poder público.
El
geógrafo brasileño Milton Santos (1996 citado en Manzanal 2010) resaltó la
importancia que tiene el territorio como aquel espacio desde el que es posible
desarrollar una alternativa diferente, que permita a los actores incrementar
sus capacidades para hacer frente a los sectores dominantes y realizar
propuestas que rompan con las imposiciones externas.
En
varias provincias del norte argentino se pueden encontrar gran cantidad de
emprendimientos realizados con mucha motivación, que ofrecen la posibilidad de
descansar y a la vez divertirse en conjunto con el cuidado del medio ambiente y
la preservación de identidades culturales. Tienen como propósito generar
experiencias únicas y memorables en los turistas, que estos puedan interactuar
con las poblaciones enriqueciendo el contacto humano y que establezcan una
conexión profunda con esa cotidianeidad que es tan diferente a la suya,
aprendiendo nuevos valores como el respeto por el otro y la sencillez.
Este
nuevo tipo de turismo, con valor agregado y de carácter sustentable, genera en
los turistas la necesidad de una retroalimentación hacia las comunidades.
Muchos visitantes establecen una conexión especial con la gente local y se
interesan en la realización de acciones solidarias para ayudarlos con las
necesidades que tienen. Algunos de los que una vez fueron turistas, vuelven
esta vez para integrarse con organizaciones y poder dar una mano, ya sea a
través de donaciones o ayudando a potenciar los atractivos turísticos.
Distintas
ONGs, Proyectos y Redes están involucradas en estas acciones, desarrollando
economías regionales en las que hay una distribución del ingreso más equitativa.
Algunas de ellas son:
- · La ONG Kajtús, con su propuesta llamada Convivencias que tiene como propósito que los visitantes compartan la vida cotidiana con familias de la comunidad Wichi;
- · La Fundación ProYungas;
- · Red Agroturismo Misiones que reúne emprendimientos turísticos con diversas opciones para todos los gustos, desde ayudar en las tareas cotidianas hasta actividades de turismo de aventura y deportivo. Además promueve el cuidado del medio ambiente a través de un consumo responsable del agua, el reciclado y el cultivo ecológico;
- · Red Comunidades Rurales.
Estas
organizaciones tienen como objetivo orientar y facilitar el trabajo de las
comunidades, buscando promocionar el trabajo en red de forma colaborativa, que
se diversifiquen sus ingresos, aprovechando el gran potencial y belleza
natural, que se generen intercambios enriquecedores para todas las partes,
discusiones y formulación de propuestas en un ámbito participativo y que se
logre la autonomía. Junto a estas organizaciones, es muy importante un trabajo
multidisciplinario con profesionales del turismo y con otros expertos que
puedan aportar sus valiosos conocimientos para un buen desarrollo de las
actividades.
En
resumen, el desarrollo debe adaptarse a las particularidades de cada territorio
y se debe buscar lograr la autonomía para poder alcanzar mayor libertad y
justicia social. La clave parece estar en una cooperación alternativa que
apueste a un desarrollo a escala humana y sostenible. Una cooperación eficaz
sería aquella que rescate prácticas bien intencionadas, solidarias,
restituyendo el valor que tienen las personas y la naturaleza. Aunque las
condiciones estructurales de desigualdad no puedan ser resueltas sólo a través
de la cooperación, se debe comenzar buscando cambios que generen voluntad y
compromiso de parte de los gobiernos, de la clase política y de la sociedad
civil para que eso genere
cuestionamientos y promueva cambios estructurales positivos en el modelo de
desarrollo y sistema de poder hegemónico.
Bibliografía
consultada
· DE LA VEGA, Julio
César. Diccionario Consultor Político. Editorial Librex. 1987.
·
DESINANO, Norma y
AVENDAÑO, Fernando. Didáctica de las Ciencias del Lenguaje. Enseñar Ciencias
del Lenguaje. Sevilla: Homo Sapiens. 2007.
·
DI TELLA, Torcuato
S. (supervisor), Paz Gajardo, Susana Gamba y Hugo Chumbita. Diccionario de
Ciencias Sociales y Políticas. Bs. As: Puntosur, 1989.
·
GARCÍA NEGRONI,
María y ZOPPI FONTANA, Mónica. Análisis lingüístico y discurso político. El
poder de enunciar. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina. 1992.
·
MANZANAL, Mabel y
VILLARREAL, Federico. El desarrollo y sus lógicas en disputa en
territorios del norte argentino. Buenos Aires: Fundación Centro de
Integración, Comunicación, Cultura y Sociedad. 2010.
·
PERELMAN, Flora.
Textos argumentativos: su producción en el aula. Revista En el aula. Nro. 11.
Ministerio de Educación de la Nación. Febrero de 1999.
·
Página de Red
Comunidades Rurales. Disponible en: http://comunidadesrurales.org/conocenos/nuestro-equipo/
Fecha de consulta: 14/11/2014.
·
Diario La Nación,
“Un turismo que apoya el desarrollo local y protege los recursos naturales”,
2014. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1660894-un-turismo-que-apoya-el-desarrollo-local-y-protege-los-recursos-naturales
Fecha de consulta: 14/11/2014
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